Si consideramos el talento como la capacidad de una persona o grupo de personas comprometidas para obtener resultados superiores en una empresa, un profesional con talento es un profesional comprometido que pone en práctica sus capacidades para obtener resultados superiores, en la persona o en un grupo, en un entorno y organización determinados.
El talento no son sólo los títulos académicos acreditativos de unos conocimientos adquiridos hace más o menos tiempo, ni el potencial intelectual de una persona, ni es solo un conocimiento aplicado al puesto de trabajo, ni siquiera es solo la utilización de las nuevas tecnologías informáticas o de la comunicación, factores que nadie pone en duda garantizan la eficacia y el éxito de cualquier tipo de trabajo. El efecto multiplicador del talento lo pone el compromiso que se ponga en juego.
Así pues, el talento es una fortaleza que hay que potenciar, fomentar y desarrollar día a día. Hay que saber gestionar a las personas que tienen talento para darles la oportunidad de generar valor y transmitir sus conocimientos al resto del equipo. El talento, por tanto, no se refiere sólo a los profesionales estrella, que suponen sólo el 1% de la plantilla, según Daniel Goleman, sino a todos los miembros de un equipo que aportan valor y que generan talento organizativo.
Para gestionarlo hay que tener en cuenta que el talento depende de la estrategia de la empresa. Una vez definida la estrategia, se define cuál es la proposición de valor para el empleado. Es decir, qué le voy a ofrecer a mis profesionales para que vengan a trabajar a la empresa y para que quieran aportar y comprometerse.
Así pues, el talento es una fortaleza que hay que potenciar, fomentar y desarrollar día a día. Hay que saber gestionar a las personas que tienen talento para darles la oportunidad de generar valor y transmitir sus conocimientos al resto del equipo. El talento, por tanto, no se refiere sólo a los profesionales estrella, que suponen sólo el 1% de la plantilla, según Daniel Goleman, sino a todos los miembros de un equipo que aportan valor y que generan talento organizativo.
Para gestionarlo hay que tener en cuenta que el talento depende de la estrategia de la empresa. Una vez definida la estrategia, se define cuál es la proposición de valor para el empleado. Es decir, qué le voy a ofrecer a mis profesionales para que vengan a trabajar a la empresa y para que quieran aportar y comprometerse.
El talento no se refiere sólo a los profesionales estrella, que suponen sólo el 1% de la plantilla, sino a todos los miembros de un equipo que aportan valor y que generan talento organizativo.
A partir de aquí entramos en la Gestión del Talento como un enfoque estratégico de dirección cuyo objetivo es obtener la máxima creación de valor para el accionista, el cliente, el profesional y la sociedad. Se lleva a cabo a través de un conjunto de acciones dirigidas a disponer en todo momento del nivel de capacidades, compromisos y actuación en la obtención de los resultados necesarios para ser competitivo en el entorno actual y futuro.
La gestión del talento se formaliza a través de las políticas de atracción, selección, desarrollo y retención de los profesionales, en base a la estrategia de la empresa. Son las propias compañías quienes deben convertirse en generadoras de talento. Su estructura organizativa y sus modelos de gestión tienen que encargarse de que el talento fluya y se potencie a diario.
La gestión del Talento supone pasar del talento de cada profesional al talento organizativo, creando valor a los y las profesionales para que se quieran comprometer con el proyecto de la empresa. Al igual que las empresas se preocupan por la satisfacción y expectativas de sus clientes aportando valor en sus productos y servicios, en la Gestión del Talento la empresa implanta los mismos mecanismos con las personas que trabajan en ella para atraer, retener y fortalecer su compromiso con la empresa.
En definitiva, la Gestión del Talento es la gestión del compromiso y el compromiso depende de cada uno, por supuesto, pero las investigaciones demuestran que las empresas pueden desarrollarlo conociendo qué aporta a sus empleados y gestionando los facilitadores que consiguen reforzar el compromiso con el proyecto de empresa: los estilos de liderazgo, el clima de los equipos y las relaciones, la cultura, los sistemas de dirección, la retribución, la organización , la participación, la calidad de vida, etc.
La gestión del talento se formaliza a través de las políticas de atracción, selección, desarrollo y retención de los profesionales, en base a la estrategia de la empresa. Son las propias compañías quienes deben convertirse en generadoras de talento. Su estructura organizativa y sus modelos de gestión tienen que encargarse de que el talento fluya y se potencie a diario.
La gestión del Talento supone pasar del talento de cada profesional al talento organizativo, creando valor a los y las profesionales para que se quieran comprometer con el proyecto de la empresa. Al igual que las empresas se preocupan por la satisfacción y expectativas de sus clientes aportando valor en sus productos y servicios, en la Gestión del Talento la empresa implanta los mismos mecanismos con las personas que trabajan en ella para atraer, retener y fortalecer su compromiso con la empresa.
En definitiva, la Gestión del Talento es la gestión del compromiso y el compromiso depende de cada uno, por supuesto, pero las investigaciones demuestran que las empresas pueden desarrollarlo conociendo qué aporta a sus empleados y gestionando los facilitadores que consiguen reforzar el compromiso con el proyecto de empresa: los estilos de liderazgo, el clima de los equipos y las relaciones, la cultura, los sistemas de dirección, la retribución, la organización , la participación, la calidad de vida, etc.
Autor: María José Artal
Publicado por Thinking People
Fuente: http://www.thinkingpeoplerecursoshumanos.es/es/blog-thinking-people/gestion-del-talento-y-compromiso/
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