Un gerente decide que no hay presupuesto para la capacitación a su personal porque hay asuntos más importantes qué atender. ¿Afecta esto a la empresa?
Llamemos a este gerente César. César dirige un taller automotriz multimarca, que tiene una rentabilidad fluctuante pero que a pesar de todo ha salido adelante a lo largo de los años. Por ese mismo motivo considera que una capacitación no es un tema urgente: si hasta ahora todo ha estado relativamente bien, ¿por qué las cosas irían a cambiar?
El problema de César es que intenta vivir en una isla. Él piensa que como sus técnicos son suficientemente buenos ahora, el negocio puede seguir de manera indefinida y que la capacitación es un tema que puede posponerse porque “no es indispensable por el momento”.
Su segundo error es ser cortoplacista. No ve más allá del momento actual -o mejor dicho, no quiere verlo- porque va a ver afectado el presupuesto de la empresa en un tema “que no va a ser rentable para el negocio”.
¿Esto es así? Veamos qué consecuencias podría traer la no capacitación del personal en una organización, no importa si es una PYME o una transnacional:
La relación dentro de los equipos de trabajo se deteriora
“¿Pero qué tiene que ver esto con la capacitación?” podría preguntarse cualquiera. La respuesta es TODO. La capacitación ya no sólo se trata de instruir al colaborador acerca de cómo realizar con mayor eficiencia y eficacia su trabajo, sino de hacer que desarrolle sus habilidades blandas: comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, inteligencia emocional, etcétera.
Cuando la capacitación no está presente en la empresa, la relación dentro de cada equipo de trabajo y entre los mismos equipos se ve deteriorada y los efectos comienzan a notarse en la empresa en el corto plazo.
La motivación de cada colaborador disminuye drásticamente
César es un firme creyente que sus equipos de trabajo deben colaborar con la estabilidad organizacional trabajando con espíritu de excelencia en cada cosa que hagan. Y se los ha dicho, por supuesto. Pero nadie se ha molestado en explicarles qué es “espíritu de excelencia” ni cómo se aplica en su trabajo.
Todos los colaboradores se quedan con la sensación de que se les exige contribuir al 100% pero que la empresa no se preocupa por ellos; ni siquiera por el modo de hacer mejor su trabajo. El clima laboral de la empresa se vuelve insoportable y la productividad cae por los suelos.
El desarrollo sostenido de la empresa se vuelve un imposible
Una empresa que no tenga al menos un programa de capacitación incipiente y relativamente periódico no será capaz de crecer en el largo plazo, porque le será imposible no sólo enfrentar a la competencia (que sí capacita) en cuestión de nuevas tecnologías, sino que por lo expuesto en los puntos anteriores, su recurso humano -el más importante- no estará en condiciones de realizar un trabajo en conjunto adecuado.
Los trabajos requieren de cada vez más supervisión
Sin una capacitación adecuada y con problemas en la relación entre el personal, los jefes y gerentes tendrán cada vez más necesidad de revisar los resultados de los trabajos de su equipo y el modo en que se llevan a cabo, encontrándose con procedimientos cada vez más ineficientes, reiterativos e inútiles. Deberán pasar más tiempo corrigiendo errores que encontrando nuevos modos de hacer crecer la empresa.
Aumentan los accidentes de trabajo
Aunque está al final de nuestra lista, es una de las primeras consecuencias de la falta de capacitación. La falta de conocimiento en el uso de herramientas y equipos de trabajo, así como de procedimientos de seguridad y del proceso en sí, provocan que los trabajadores sufran accidentes que en el mejor de los casos retardan la producción o los servicios que la empresa brinda, por no mencionar la posibilidad de algún daño físico al mismo personal y a los equipos o herramientas. El gasto que se produce en estos casos es usualmente mayor al de la inversión que se requería para una capacitación adecuada.
No son todas, pero estas son algunas de las consecuencias que César enfrentará por la decisión de no capacitar a su personal. Y lo peor es que en realidad no tiene excusa: las herramientas actuales de capacitación (como la online) permiten que el personal reciba la instrucción adecuada a una fracción del costo de lo que costaría una capacitación presencial, por ejemplo. Y está disponible las 24 horas del día en el lugar que la empresa lo desee.
¿Qué sale más caro, finalmente: capacitar o no capacitar?
Fuente: mine-class
Llamemos a este gerente César. César dirige un taller automotriz multimarca, que tiene una rentabilidad fluctuante pero que a pesar de todo ha salido adelante a lo largo de los años. Por ese mismo motivo considera que una capacitación no es un tema urgente: si hasta ahora todo ha estado relativamente bien, ¿por qué las cosas irían a cambiar?
El problema de César es que intenta vivir en una isla. Él piensa que como sus técnicos son suficientemente buenos ahora, el negocio puede seguir de manera indefinida y que la capacitación es un tema que puede posponerse porque “no es indispensable por el momento”.
Su segundo error es ser cortoplacista. No ve más allá del momento actual -o mejor dicho, no quiere verlo- porque va a ver afectado el presupuesto de la empresa en un tema “que no va a ser rentable para el negocio”.
¿Esto es así? Veamos qué consecuencias podría traer la no capacitación del personal en una organización, no importa si es una PYME o una transnacional:
La relación dentro de los equipos de trabajo se deteriora
“¿Pero qué tiene que ver esto con la capacitación?” podría preguntarse cualquiera. La respuesta es TODO. La capacitación ya no sólo se trata de instruir al colaborador acerca de cómo realizar con mayor eficiencia y eficacia su trabajo, sino de hacer que desarrolle sus habilidades blandas: comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, inteligencia emocional, etcétera.
Cuando la capacitación no está presente en la empresa, la relación dentro de cada equipo de trabajo y entre los mismos equipos se ve deteriorada y los efectos comienzan a notarse en la empresa en el corto plazo.
La motivación de cada colaborador disminuye drásticamente
César es un firme creyente que sus equipos de trabajo deben colaborar con la estabilidad organizacional trabajando con espíritu de excelencia en cada cosa que hagan. Y se los ha dicho, por supuesto. Pero nadie se ha molestado en explicarles qué es “espíritu de excelencia” ni cómo se aplica en su trabajo.
Todos los colaboradores se quedan con la sensación de que se les exige contribuir al 100% pero que la empresa no se preocupa por ellos; ni siquiera por el modo de hacer mejor su trabajo. El clima laboral de la empresa se vuelve insoportable y la productividad cae por los suelos.
El desarrollo sostenido de la empresa se vuelve un imposible
Una empresa que no tenga al menos un programa de capacitación incipiente y relativamente periódico no será capaz de crecer en el largo plazo, porque le será imposible no sólo enfrentar a la competencia (que sí capacita) en cuestión de nuevas tecnologías, sino que por lo expuesto en los puntos anteriores, su recurso humano -el más importante- no estará en condiciones de realizar un trabajo en conjunto adecuado.
Los trabajos requieren de cada vez más supervisión
Sin una capacitación adecuada y con problemas en la relación entre el personal, los jefes y gerentes tendrán cada vez más necesidad de revisar los resultados de los trabajos de su equipo y el modo en que se llevan a cabo, encontrándose con procedimientos cada vez más ineficientes, reiterativos e inútiles. Deberán pasar más tiempo corrigiendo errores que encontrando nuevos modos de hacer crecer la empresa.
Aumentan los accidentes de trabajo
Aunque está al final de nuestra lista, es una de las primeras consecuencias de la falta de capacitación. La falta de conocimiento en el uso de herramientas y equipos de trabajo, así como de procedimientos de seguridad y del proceso en sí, provocan que los trabajadores sufran accidentes que en el mejor de los casos retardan la producción o los servicios que la empresa brinda, por no mencionar la posibilidad de algún daño físico al mismo personal y a los equipos o herramientas. El gasto que se produce en estos casos es usualmente mayor al de la inversión que se requería para una capacitación adecuada.
No son todas, pero estas son algunas de las consecuencias que César enfrentará por la decisión de no capacitar a su personal. Y lo peor es que en realidad no tiene excusa: las herramientas actuales de capacitación (como la online) permiten que el personal reciba la instrucción adecuada a una fracción del costo de lo que costaría una capacitación presencial, por ejemplo. Y está disponible las 24 horas del día en el lugar que la empresa lo desee.
¿Qué sale más caro, finalmente: capacitar o no capacitar?
Fuente: mine-class